lunes, 19 de junio de 2017

TEXTO GANADOR DE 4º DE ESO EN EL CONCURSO LITERARIO SOBRE LA VIDA

Aunque sepáis quién soy, no lo diré

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            Desde hace muchos años, muchos individuos han intentado descifrarme, acercarse a una definición que decida lo que soy, encasillarme para poderme guardar en el cajón de los misterios resueltos.
            Intentan averiguar de dónde procedo y quién soy en realidad, cuando deberían no pensar siquiera en cosas tan triviales como mi nacimiento. Es obvio que lo soy todo y a la vez no soy nada. Que en un instante aparezco para desaparecer en la distancia. Que soy, en este mundo, lo más frágil que se pueda encontrar. Que soy lo que los enfermos más desean y lo que más detestan los desdichados, muy a mi pesar.

            Me temo que si dijera todo lo que soy ahora mismo, dejaría la solución de mi enigma al desnudo, privándoos a vosotros de tener pequeñas crisis que os ayuden a entender el porqué de vuestra existencia; privándome por completo de toda clase de diversiones que alberga el ver volverse loco a una raza entera con sólo escaparme de entre sus manos.

            Porque se vuelven verdaderamente locos intentando buscarme un significado, pero locos de remate. Tan locos, tan locos, que muchos hasta me pierden porque no me encuentran en ninguna salida, estando yo justo enfrente de ellos.

            Al final, demasiados me acaban abandonando por darle más importancia al billete que a mí misma. Si ya lo dijo Francisco de Quevedo todo sobre el poderoso don Dinero, aquello por lo que millones se humillan y aquello que millones aman hasta morir.

            Pero si escribiera todo aquello que he escuchado sobre mí: teorías descabelladas, conspiraciones horripilantes, rumores vacíos y reflexiones extravagantes... llenaría miles de libros, aun si las contara por encima.

            He de decir, que muy a mi pesar, hay quien ha averiguado parte de lo que soy, (aunque sólo parte). Entre ellos se encuentran los científicos, y en especial los biólogos, que han puesto nombre a alguno de mis inicios. Están también los filósofos y pensadores, que han sabido hallar alguna que otra razón para tenerme, por muy imposible que pareciera. Sin embargo, por mucho que hayan descubierto sobre mi existencia, jamás pudieron acercarse tanto como lo han hecho los poetas. Seres que rasgando una pluma sobre un papel, consiguen transformar en palabras parte de mi esencia, por muy extraño que sea o por muy trivial que parezca.

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            Han sido los poetas aquellos que han plasmado mi importancia y mi indiferencia, la necesidad de tenerme y la necesidad de desprenderse de mí. Sin haberlo querido, rimando y sin rimar, han hablado de mis más profundos secretos desvelándolos a quienes quisieran escuchar. Han sido ellos los que han hecho de mi algo abstracto, temible y maravilloso, llamándome, en vez de alfa, poema.

            Han sido los poetas.
           
           Escondida entre los versos y rezagada entre las estrofas, todos ellos me hallaron de una manera o de otra, aunque nunca he sentido tanto amor y tanto odio hacia mi persona de formas tan armoniosas.

           Como una vez en la que resumió Benedetti la complicación y la veracidad de mi ser en La vida ese paréntesis; como una vez en la que Campoamor, indignado, narraba cómo, si ya contándome en días era muy larga, me hacía eterna si me medían en horas. Y todo esto en nada más y nada menos que en cuatro estrofas, a las que en conjunto llamó La vida humana.

        Han transcurrido ya varios años, varios siglos, y yo todavía sigo sin saber cómo es posible inspirar tanta pasión y tanta delicadeza hablando sobre un tema tan extenso, sin saber encontrar una definición que decida lo que son, sin saber cómo poder encasillarlos para poderlos guardar en el cajón de los misterios resueltos. Pero, ¿sabéis qué? Que no me esfuerzo en hallar una respuesta, puesto que un enigma es un enigma y si se le proporciona una solución, ya pierde todo el encanto, por mucha satisfacción que se obtenga como resultado.

            No os puedo privar de vuestro derecho a investigarme, a saber de mí, pero una cosa es segura, si no es tortura lo que buscáis, seguid los pasos de los artistas, de los poetas, aquellos que me hallaron incluso cuando no quisieron, aquellos que me perdieron por amor y me volvieron a encontrar entre las notas de un fandango.

            No tomadme en serio.

            No tomadme en serio, para que así, yo pueda mostrarme ante ustedes tal y como soy, con mis cosas buenas y mi cosas malas. Quizás pueda aparecer en vuestro libro preferido o en la canción más pegadiza, pero yo os garantizo que si seguís mi consejo, me encontraréis seguro, si me nombráis con sinceridad y sin rastro de melancolía, si entre vuestros labios se os escapa llamar a alguien, desde el corazón,  vida mía.
           


                                                                                                          Lucía Alonso Ramírez


            

3 comentarios:

  1. Precioso.como todo lo que escribe
    Tiene una sensibilidad que pone los pelos de punta.muchas felicidades.

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  2. Precioso.como todo lo que escribe
    Tiene una sensibilidad que pone los pelos de punta.muchas felicidades.

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  3. Qué bonito lucia!!! Enhorabuena

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