PRIMER PREMIO 1º ESO
APRENDIENDO A QUERER
Se
dio la vuelta y vio que pasaba, ya nada era como antes, cuando abrió la puerta
de su corazón todo cambió.
Llegó
el 13 de octubre, día que nunca olvidaré. Al despertarme, me lo encontré
mirándome con su gran sonrisa. Estuvo todo el día a mi lado sin quererse
separar de mí. Me daba su pequeña manita como si yo lo protegiese de todo lo
malo que le pudiera pasar. A los dos o tres días de estar junto a él, me hacía
sentir la persona más especial del mundo.
Mis
amigos y yo pensábamos que dándole regalos y chuches le hacíamos feliz, pero en
realidad lo que le hacía feliz era el apoyo y el cariño que le dábamos, ya que
había perdido a toda su familia en esa dichosa guerra.
Ahora
se encuentra a mi lado escribiendo esta historieta y espero que todos los niños
que hayan estado en su misma situación encuentren una segunda familia que le
quiera tanto como nosotros queremos a Salah.
MARIO VALERO 1º A (Primer premio 1º ESO)
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PRIMER PREMIO 3º ESO
EL
PIANO
Se dio la vuelta y ya nada
era como antes…Cuando bajó del taxi, todo había cambiado: el ambiente, las
personas, el paisaje…Fue caminando hacia su antigua casa, pensando en el motivo
por el cual abandonó aquel lugar hacía unos años.
1936, comienzo de la Guerra Civil
Española. Era mucho más joven que ahora. Recordó que estaba tocando su gran
piano de cola, cuando rápidamente, tuvo que abandonar su casa, su ciudad, pero,
sobre todo, su piano.
Ya estaba llegando a casa
mientras seguía recordando y recordando… Entró nervioso, estaba todo en muy mal
estado, pero por lo menos, no estaba todo destrozado como otras casas del
pueblo.
Siguió andando por ella,
hasta llegar a la sala del piano. Desgraciadamente, estaban destrozadas algunas
cuerdas. Se sentó y comenzó a tocar. Sus recuerdos volaban por su mente,
entonces tomó una decisión: mudarse a su
antigua casa y no arreglar el piano, para recordar esos tiempos de preguerra.
Eso hizo y pudo vivir feliz y alegre, ya que tuvo un tesoro propio y que nadie
más podía tener: 88 recuerdos.
JOSÉ
Mª PEREJÓN BONET, 3º C
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PRIMER PREMIO 4º ESO
ENTRE
PASOS
Se
dio la vuelta y vio qué pasaba, ya nada era como antes. Intentó acercarse
patosa y lentamente hacia la mujer que le extendía los brazos con alegría.
Pero
cayó de bruces, entre risas. Por suerte, algo había amortiguado su caída, algo
que empezaba a oler mal.
No
parecía importarle no haber logrado su objetivo, algo había cambiado. Estaba
más cerca de parecerse a aquella mujer que reía con él, más cerca de perseguir
al chico que vivía enfrente y más cerca, bueno, de ser como los demás.
Lo
intentó de nuevo, esta vez lo hizo con más soltura, aunque seguía moviéndose
cual pingüino.
Todo
era diferente desde ese ángulo, todo era nuevo desde ese momento en el que se
puso en pie y dio su primer paso.
MARTA SEIJO LÓPEZ, 4º C
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ACCÉSIT 4º ESO
PERDIDO
Se
dio la vuelta y vio qué pasaba, ya nada era como antes. No sabía dónde estaba,
ni quiénes eran esas personas que lo miraban. Pensó que debía haber hecho algo
malo, pero él no recordaba nada malo porque era muy chico. No sabía por qué
estaba atrapado entre rejas. Lo único que sí sabía era que no podía correr
libremente, solo esperar a que algún día saliera. En el fondo, él sabía que eso
no iba a ocurrir. ¿Acaso había cometido alguna equivocación?
No
se creía que ya no pudiera estar con su madre. Se sentía solo, indefenso,
acorralado, perdido. Sentía que debía hacer algo, pero no tenía fuerza, estaba
muy débil y tenía miedo. Se miró la pata, tenía una herida de dardo, por eso no
podía caminar bien.
Aún
no se lo creía, estaba atrapado como un preso, solo que su delito había sido
simplemente ser libre y feliz.
EMILIO
TERRERO GÓMEZ, 4º B
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PRIMER PREMIO 1º BACHILLERATO
ETIQUETAS
Se
di la vuelta y vio qué pasaba, ya nada era como antes. ¿Cómo había empezado
todo? Y lo más importante: ¿Por qué le había tocado a él vivir aquello?
Al
principio, todo era normal: lo típico de poner etiquetas en los frascos para no
confundir la sal con el azúcar, o, incluso, ponerlas en las puertas de cada una
de las salas de la casa. Todo eso lo veía normal hasta que, lo llamó por otro
nombre. “Clara equivocación, a todos nos pasa” se dijo a sí mismo. Y así un día
tras otro. Hasta hoy. Los momentos que había pasado junto a ella, eran
indescriptibles. Aquellos cincuenta y tres años juntos…, aquellos maravillosos
años.
Con
el rostro lleno de lágrimas, Juan terminaba de escribir la carta de agradecimiento
para Mercedes, su esposa, su mejor amiga. La que había estado con él en lo
bueno y en lo malo y, que, desgraciadamente, cayó enferma de Alzheimer. Tras
darse la vuelta, le entregó a su amada la carta y le dijo: “Por si un día te
acuerdas de mí”.
ESTEFANÍA
CALLEALTA RAPOSO, 1 CTA
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ACCÉSIT 1º BACHILLERATO
INVIERNO
Se
dio la vuelta y vio qué pasaba, ya nada era como antes. Lo miró descarada, con
esos ojos verde agua, profundos pero
vacíos, y se produjo el encuentro de miradas cómplices, vagas e indiferentes.
El
invierno a él le sentaba mal, el frío se colaba en sus pulmones y le hacía
relinchar por lo bajo. Sin embargo, a ella, como por arte de magia, la hacía
más atractiva y deseable, sus mejillas se enrojecían y tornaban un color rojo
melocotón que adornaban y encajaban a la perfección con sus expresiones
faciales. La brisa fría a él le producía un efecto dañino. Quemaba sus pómulos
y como si de una minúscula aguja se tratara, propiciaba diminutos cortes en sus
labios. A ella, sin embargo, la envolvía de belleza y ternura. Entraba en sus
ojos delicadamente y los volvía llorosos, tales que el destello que irradiaban embriagarían los
cabales de cualquier hombre.
Esas
miradas bajaron por sus cuerpos y, a la vez, giraron sus cabezas con desdén, al
ver que cada cual entrelazaba otras manos que no eran las suyas.
ÓSCAR
GÓMEZ CALLE, 1 CTB
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PREMIO "FAMILIA"
ELLA
Se
dio la vuelta y vio qué pasaba, ya nada era como antes. Solo veía viandantes
con rostros serios, hombres y mujeres en cuyos hombros cargaban problemas y
preocupaciones y cuyos ojos no se cruzaba. No mezclaban saludos, él lo
intentaba, pero todo fue en vano, excepto un infante, ajeno a los
inconvenientes de la vida, que le aportó un rayo de esperanza a esa mañana,
sonriéndole levemente.
Su
caminar era tranquilo, se esforzaba por descubrir qué pasaba, se iba haciendo
preguntas sin obtener respuestas, ¿Todo lo ven tan negro? ¿No tienen nada por
lo que sonreír? La situación le resultaba angustiosa, pero optó porque no le
contagiara.
Decidió
dar marcha atrás y desandar el camino, todo empezaba a cambiar, veía esperanza,
optimismo, confianza y se propuso no volver a girarse, solo caminar hacia
delante en dirección a ella.
ALICIA GONZÁLEZ MORENO